Ética para todos
Yoab Bitran Director Grupo Compliance Albagli Zaliasnik
- T+
- T-
Yoab Bitran
Hace un par de semana, Walmart sorprendió al comunicar que estaría terminando con algunas de sus iniciativas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI). En su comunicado, la empresa señaló: “Hemos estado en una travesía, y sabemos que no somos perfectos. Pero cada una de nuestras decisiones viene de la intención de fomentar un sentido de pertenencia y abrir puertas con oportunidades para todos nuestros colaboradores, consumidores y proveedores. Para ser un Walmart para todos.”
Junto con ello, la empresa anunció que dejaría de donar a una serie de organizaciones vinculadas a la defensa de derechos de minorías. Y, desde lo más formal, la firma ha dejado de utilizar el término DEI en documentos corporativos e, incluso, el rol de gerente de Diversidad ha pasado a denominarse gerente de Pertenencia.
“La polarización y politización de agendas corporativas está afectando profundamente a causas nobles como el fomentar la diversidad e inclusión”.
Walmart no es la primera empresa norteamericana en alejarse de iniciativas de DEI, al menos de cómo se fueron desarrollando en los últimos años. La polarización y politización de agendas corporativas está afectando profundamente a causas nobles como el fomentar la diversidad e inclusión. En EEUU ya se habla del backlash, en tanto algunos grupos de consumidores y activistas amenazan con boicotear marcas que promuevan agendas woke.
Lo propio sucede con ESG. Es conocido lo que el Presidente electo Trump piensa sobre la materia y algunos estados han llegado a aprobar legislación contra criterios ESG en decisiones de inversión. Este contexto llevó a que el propio CEO de BlackRock, uno de los principales impulsores de ESG, haya dicho que “no va a usar más la palabra ESG porque ha sido mal utilizada por la extrema izquierda y la extrema derecha”.
Aunque es difícil negar su valor e impacto, debemos reconocer que los marcos de DEI y ESG han mostrado algunas falencias. Una de las críticas que se les hace es que las regulaciones a nivel global adolecen de cierta falta de consistencia y eficacia, concentrándose casi exclusivamente en normas de reporte o divulgación de información. Incluso hay quienes no descartan que como acrónimos, sean reemplazados.
A nivel nacional, el avance de regulación en diversas materias (como la Ley Karin) ha sido catalogado por algunos como excesivo o desproporcionado. Sería ingenuo no considerar que en el corto plazo podríamos enfrentar en Chile el backlash.
Quienes nos dedicamos a compliance, tenemos el deber de proteger de su politización a la causa de elevar estándares de comportamiento y responsabilidad. Lo relevante no es la marca DEI o ESG. Al final del día, todos queremos empresas con culturas éticas sólidas, libres de acoso y corrupción, responsables con el medio ambiente, etc. Por lo tanto, lo que debe unirnos y movilizarnos, independientemente de los rótulos, es el liderazgo ético. Todos podemos ser líderes éticos, sin importar nuestro origen, posición política o cargo. Difícilmente alguien podrá cuestionar que con más liderazgo ético tendremos mejores empresas, mejores instituciones y estaremos contribuyendo a una mejor sociedad.